martes, 28 de diciembre de 2010

¿Cómo pudo entrar en mí?

Hay un intruso dentro mío que se queja y tiene frío, que ya no puede escribir. Que miente cuando quiero decir la verdad y dice la verdad cuando quiero mentir. Ya no se toma nada en serio, la verdad que es un misterio cómo pudo entrar en mí. A cada paso que da le falta espontaneidad, no se tiene confianza, dice a todo que sí. Y cuando juega a la pelota no se anima a gambetear, juega para la tribuna no juega para ganar. Los granos son un tema menor pero muestran también el grado de dejadez. Y ni hablar de los proyectos, ya no tiene. Se jacta de hacer deporte, todo el día tocándose. Este intruso come que da miedo y duerme hasta el mediodía, no sé más qué hacer con él. Con su lujuria, su pereza, su codicia, y los cuatro capitales que le metió Lucifer. Si se cruzan con su mirada déjenlo en su caminar, pasada la sudestada él se va a comunicar. Que la culpa no les carcoma los huesos ya va a haber tiempo para las risas, los abrazos y los besos. Déjenlo en su mundo, un mundo muy poco profundo, donde no se ríe, donde no se llora, donde no se vive a pleno; ni el presente ni el ahora. Lo único que me enferma es saber que en la perra vida jamás me voy a deshacer de él, siempre adentro mío, fiel a su promesa, de quemarme la cabeza para que yo sea infeliz... ¡me enferma comprender que forma parte de mí!

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