viernes, 5 de noviembre de 2010

A la orilla de la chimenea...

Puedo ponerme cursi y decir que tus labios me saben igual que los labios que beso en mis sueños, puedo ponerme triste y decir que me basta con ser tu enemiga, tu todo, tu esclava, tu fiebre, tu dueña. Y si quieres también puedo ser tu estación y tu tren, tu mal y tu bien, tu pan y tu vino, tu pecado, tu dios, tu asesina, o tal vez esa sombra que se tumba a tu lado en la alfombra a la orilla de la chimenea a esperar que suba la marea. Puedo ponerme humilde y decir que no soy la mejor, que me falta algo para atarte a mi cama. Puedo ponerme digna y decir toma mi dirección cuando te hartes de amores baratos, de un rato, me llamas. Y si quieres también puedo ser tu trapecio y tu red, tu adiós y tu ven, tu manta y tu frío, tu resaca, tu lunes, tu hastío, o tal vez esa sombra que se tumba a tu lado en la alfombra a la orilla de la chimenea a esperar que suba la marea. O tal vez ese viento que te arranca del aburrimiento y te deja abrazado a una duda, en mitad de la calle y desnuda. O tal vez esa sombra que se tumba a tu lado en la alfombra a la orilla de la chimenea a esperar...

No hay comentarios:

Publicar un comentario